Los chicos viven el “no” sistemático como una forma pobre de relacionarse, sin apertura, como una situación de perdida de antemano. No es creíble.Y para los niños es caótico descreer de sus padres.
Laura Gutman, terapeuta familiar y escritora.
Rápidamente
podemos percibir la diferencia entre "no rayes mi agenda, te dije que
no!" y "sé que quieres hacer un dibujo lindo, pero yo necesito que mi
agenda esté limpia. ¿Qué te parece si dibujamos en este cuaderno?"
El Fulano y
yo somos padres buscando criar de manera respetuosa al Piojo.
Sabemos que hay
veces que tenemos que decirle que no; ya sea por un juguete que no le
compraremos, porque lo que hace no es correcto
o lo pone en riesgo. Espero que algún día podamos dominar
nuestros propios fantasmas
y recurramos a la negación sólo en casos extremos. Deseo que ambos
aprendamos a negociar con nuestro hijo en lugar de sólo negar y
enojarnos. A veces siento que llevamos más de la mitad del camino
recorrido, otras veces creo que apenas hemos dado el primer paso.
De acuerdo con Laura
Gutman es porque usamos el “no” como primera instancia, en
lugar de utilizarla como última. Propone intentar:
- Reconocer las necesidades del niño y verbalizarlas o legitimarlas.
- Verbalizar lo que me pasa o la realidad “objetiva”.
- Proponer acuerdos optando en principio por una actitud de “sí”, que incluya luego el “no” correspondiente.
Reconocer las necesidades del niño y verbalizarlas o legitimarlas
Puede
ser “lo más complicado” del proceso; pues implica detenernos un
segundo y escuchar lo que nuestros hijos quieren decirnos. No
es sólo oirlos hablar, gritar o incluso llorar; es realmente
escuchar. Esto no
significa acceder a cualquier cosa que el niño desee; significa
validar y ponerle nombre a lo que siente el pequeño.
Verbalizar lo que me pasa o contar la realidad “objetiva”
Quiere decir que
corresponde al adulto (o sea, nosotros) buscar respuestas
alternativas para compensar con atención e interés el no poder
satisfacer la petición del pequeño. Es importante mentalizar
que el objetivo del niño nunca será desquiciarnos, sino explorar su
mundo.
Cuando
primero pensamos en el “sí” y dejamos el “no” en segundo
término, éste no adquiere dimensiones que ni siquiera consideramos.
Con voluntad y un poco de
ingenio hay cosas que sí se pueden hacer, por lo que satisfacer al
niño resultará más fácil.
Proponer acuerdos optando en principio por una actitud de “sí”, que incluya luego el “no” correspondiente
El
requisito para lograr un acuerdo es reconocer las necesidades y los
deseos de ambas partes; lo cual sólo se logra por medio de la
comunicación. En esta negociación, a quien corresponde poner las
palabras adecuadas es al adulto.
Concluye
Laura Gutman que cuando el “sí” es recurrente y facilitador, el
“no” aparece de vez en cuando, oportunamente, y es efectivo,
porque tiene sentido, porque se refiere a un hecho puntual que el
adulto desaprueba y que el niño comprende muy bien, diferenciándolo
del “no”constante y sin sentido.
Y así, es como pasamos del tajante "no rayes mi agenda, te dije que
no!" al "sé que quieres hacer un dibujo lindo, pero yo necesito que mi
agenda esté limpia. ¿Qué te parece si dibujamos en este cuaderno?"
¿Te
has percatado cuántas veces al día le niegas ciertas cosas a tus
hijos? ¿En realidad era indispensable negárselas? ¿Crees que
podrías hacerlo diferente? Cuéntame.
mi hija de 7 años, asi es parece que no le hablara, lo hace bien mientras estoy pero cuando no me ve, hace todo lo contrario de lo que le ordeno pierde cosas, me ha manchado el uniforme no quiere hacer bien la tarea en que estoy fallando?
ResponderEliminarno se que hacer, ni como hablarle para que entienda y quiera hacer las cosas bien