viernes, 20 de julio de 2012

Para iniciar bien el día


Imagina esta escena:

Ya casi es medio día. Llevo ya varias horas despierta haciendo todo lo que tenía planeado para hoy. Para esta hora ya tendí camas, le di de desayunar al Piojo, lavé trastes y aproveché para guardar los que quedaron lavados de la noche anterior, pusé un par de tandas en la lavadora, recogí los juguetes del Piojo que fui encontrando en mi camino (un par de veces o más), atendí el teléfono, le cante una canción y después le puse una película a mi hijo, sacudí un poco el polvo de mi recámara y un par de cosas más que ni siqueira logro recordar. No entiendo porque me siento exhausta, y debo confesar que hasta un poco de malas.
De pronto recuerdo que cuando preparé el desayuno del pequeño puse en el microondas una taza de agua para prepararme un té. Me dije a mi misma que después de darle de comer a mi hijo me tomaría 15 minutos para dasayunar tranquila, mientras tanto me tomaría ese té... Que siendo ya medio día ni siquiera he preparado, la taza sigue en el microondas y mi desayuno en la estufa, muy frío ya.

Desde siempre me han dicho que el desayuno es la comida más importante del día, que el cuerpo ha permanecido demasiado tiempo por la noche sin alimentos y que es vital ingerirlos por la mañana para tener energía. Resulta que eso que me han dicho es cierto. Pero el asunto va mucho más allá de darle alimento al cuerpo. Porque no se trata de comer cualquier cosa; sino de balancear lo que ingerimos para que en verdad sea un desayuno nutritivo, que le aporte al cuerpo lo que necesita para rendir en nuestras labores cotidianas.

 
Gracias a mi coach, aprendí que para que un desayuno sea balanceado debe incluir frutas, verduras, proteínas, cereales y grasas. ¿Qué porciones? Dependerá del estilo de vida y condiciones de salud en los que se encuentre cada quien. En mi caso, un desayuno balanceado sería:

  • Un huevo revuelto con espinacas y champiñones. (Proteína y verduras)
  • Una rebanada de pan integral. (Cereal)
  • Medio mango. (Fruta)
  • 6 nueces. (Grasa)
  • Una taza de café con leche descremada. (Proteína)



 

¿Te ha pasado alguna vez algo parecido? ¿Procuras que los desayunos de tu familia sean balanceados? Espero que me cuentes tu historia.

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