Van pasando los meses y cada día
me resulta más fácil encontrar motivos para agradecer.
Agradecerle al Universo el
infinito amor con el que me regala cada día la oportunidad de amanecer.
Agradecerle a mi madre y a mi
padre por la vida; y por el amor que me han dado.
Agradecerle a mi hermano por los
años que compartimos. Por regalarme dos hermosas sobrinas que a pesar de verlas
poco, las amo con locura.
Agradecerles a los amigos de
infancia por compartir travesuras y aventuras conmigo.
Agradecerles a los amigos de
adolescencia por compartir esos cambios que no me fueron tan fáciles, por mi
primera ilusión y ese primer beso, por los momentos en que por miedo me asumí
fría, altanera, rebelde. Por ese primer piercing hecho con jeringa y tequila
por anestesia.
Agradecerle a esa mujer que
quería escucharme y ayudarme. Y a quien a pesar de admirarla no quise escuchar
por llevar un hábito.
Agradecerles a los amigos de la
carrera por todas las tardes y noches de estudio, por las clases saltadas y las
interminables discusiones económico-políticas. Porque a casi diez años de
graduarnos, verlos es estar de nuevo ahí.
Agradecer por ese amor callado
que me regaló un amigo para toda la vida.
Agradecer por todas las personas
que salieron de mi vida, y las enseñanzas que me regalaron.
Agradecer por todos los amigos
que a pesar de la distancia no hay ausencia y están más presentes que nunca.
Agradecer por el amor que luego
de catorce años se ha ido transformando, madurando y buscando nuevas formas de
manifestarse. Por los aprendizajes que me brinda aunque a veces no los
comprenda del todo.
Agradecer la señal más clara de
que Dios existe y me bendice: mi hijo que llegó a enseñarme a vivir.
Agradecer por los libros, que le
dan a mi alma el espacio para sentir y vivir un millón de vidas.
Agradecer por la música que
acompaña cada segundo de mi historia.
Agradecerte por despertar la
ilusión. Porque sin saber me inspiraste a retomar el apreciado hábito de
escribir. Porque sí o sí, me incitas a ver a mi niña interior e integrarla de
nuevo a mi vida.
Agradecerle a los hermosos seres
que se comparten hoy conmigo para crecer juntos en este camino de consciencia
espiritual. A ti que nos guías y acompañas para descubrirnos. A ti que has
confiado en mí y puesto en mis manos la bendición de cuidar y crecer nuestro
querido K’u mara a tu lado.
Agradecerte a ti, que por mucho
tiempo no te vi y aún así nunca me dejaste andar sola este camino. No hace
mucho comencé a encontrarte de nuevo en el espejo. Hoy te veo con más claridad
y me apetece seguir haciéndote feliz.